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En la repetición no está el gusto. “Entre senderos de lavanda”, de Mariela Giménez

Escrito por David Ibarra Delgado

En Entre senderos de lavanda, Anna Leclerc, la protagonista, es una fotógrafa forense que se dedica a perennizar la escena del delito. Ella es una mujer en apariencia fría, fuerte, segura, con una mirada profunda, que vive en Marsella. Una noche, el teniente André Dubré, el jefe de Anna, le escribe porque la necesita para que fotografíe el cuerpo de una mujer que se había arrojado desde una azotea. El lugar no está muy lejos. Cuando retrata el cuerpo destrozado que yace sobre la calzada, Anna se da cuenta de algo que le resulta familiar. Esas manos solo podían ser de una persona. De su madre.

Anna tiene serios conflictos internos. Su madre, Lili Leclerc, con quien tuvo una relación tóxica y distante y a quien no veía desde hace años, nunca le reveló quien era su padre. Esa noche Anna decide refugiarse en la bebida y olvidarse de sí misma y de todo. Al día siguiente, cuando va al departamento de su madre para recoger sus efectos personales, el conserje le comunica que el departamento también cuenta con un casillero para la correspondencia. Luego de revisar su interior, da con un sobre oscuro que no tiene remitente ni destinatario. Ese sobre contiene una carta de despedida en la que Lili le explica a Anna el porqué de su comportamiento indiferente hacia ella, además de contarle quién es su padre. A partir de allí, Anna se embarcará en la búsqueda de su otra familia con la incertidumbre de no saber si será bien recibida.

El comienzo es muy prometedor y parece augurar lo que sería una novela negra. Pero las expectativas pronto se desvanecen cuando Anna conoce a Pascal, el hijo adoptivo de su padre Cédric Duvall, con quien se involucrará sentimentalmente. La novela no tiene demasiadas pretensiones, abundan los lugares comunes (que forman parte del imaginario colectivo acerca del amor, ese que puede vencer todos los obstáculos), y las frases estereotipadas sin alma ni carácter. Para una muestra un botón: «Las ruedas del destino habían comenzado a girar y ambos avanzaban por un sendero desconocido, sin saber dónde acabarían» (Giménez, 2021, p. 141), «y descubrió que la miraba como nunca nadie la había mirado antes» (Giménez, 2021, p. 170), «[n]o tuvo más que verla entrar al Lavender por primera vez para sentir que el mundo de ilusiones que se había inventado colapsaba bajo sus pies» (Giménez, 2021, pp. 317-318), «Sostendré tu mano toda la vida» (Giménez, 2021, p. 429).

Sin embargo, verdad sea dicha, también cuenta con frases profundas y muy bien construidas, aunque son como pequeños islotes dentro de un océano insulso y de aguas enrarecidas: «la incomodidad y el silencio también se sentaron a la mesa» (Giménez, 2021, p. 189), «[e]ra sorprendente que la compañía aérea no hubiera intentado cobrarle el exceso de peso, puesto que la desilusión pesaba cerca de una tonelada» (Giménez, 2021, p. 442).

Lo que sí disfruté fueron las frases de otros escritores que se encuentran al inicio de cada uno de los treinta y nueve capítulos y un epílogo que conforman la novela. Las frases elegidas, por lo general, no son solo profundas sino acertadas, ya que anticipan el clima de lo que encontraremos en las siguientes páginas (aunque, a título personal, descartaría la cita que la escritora hace de Paulo Coelho). En un capítulo donde Anna y Pascal se desplazan a otra ciudad para atender asuntos de primer orden, la frase que lo inicia pertenece al inglés Julian Barnes («Pero todo amor necesita un viaje. Todo amor, simbólicamente, es un viaje que precisa encarnarse[1]») que se refiere a la palabra «viaje» en un sentido metafórico como equivalente a «experiencia».

Mariela Giménez es además psicóloga (así se indica en la solapa del libro) y como tal, se nota esa influencia en determinadas partes de la novela: cuando desarrolla la psiquis de los personajes y su introspección. Pero este elemento distintivo no es aprovechado del todo al momento de brindar una mirada fresca respecto de los tópicos habituales del subgénero romántico y no se preocupa por ofrecer giros inesperados.

Gran parte de la novela se desarrolla en Gordes, una ciudad ubicada al sur de Francia. No obstante, el lugar no se siente real. Salvo por las locaciones que llevan nombre propio, los hechos bien hubieran podido ocurrir en Ecuador, Marruecos o Portugal y el lector no habría notado la diferencia. Es probable que la escritora no haya viajado a esa ciudad. Si esto es así, escribir sobre un lugar que no se conoce puede ser contraproducente para la sensación de veracidad de la narración[2].

Mención aparte merece el diseño de la portada de libro, que bien puede prestar a confusión. En ella se destaca la imagen de una mujer con el cuerpo de perfil que parece dirigir su mirada hacia el lector. El problema es que ella está rodeada de flores de color rosa y hojas verdes que no son lavanda, sino jamaica. Si el título del libro es justamente Entre senderos de lavanda, la lavanda sería la opción más natural (y no otra) si es que se coloca alguna flor en la portada. Tratando de encontrar alguna lógica detrás de esta decisión editorial, las hojas y flores serían muy probablemente la representación del tatuaje que la protagonista tiene en su «brazo izquierdo y buena parte de su hombro» (Giménez, 2021, p. 15).

Otro problema no menor es con relación al uso excesivo de las palabras «campo(s)», «senderos» y «lavanda(s)» en clara alusión al título de la novela. Simplemente me resigné a parar de contar las veces que aparecían en todo el texto. Solo para hacerse una idea, en solo una página[3], la primera palabra aparece dos veces, y la tercera, tres veces; y en las últimas tres páginas del libro[4], la segunda y tercera palabra aparecen en cuatro ocasiones. Su empleo recurrente hace que con cada uso pierda fuerza e impacto y, lo que es peor, produce cansancio y hastío. ¡Por un buen tiempo no quiero saber nada de lavandas!

Muchas de las críticas que se le puede atribuir al subgénero de la literatura romántica (también extensible a la literatura juvenil) es que sus títulos de portadas coloridas con diseños recargados, solo proveen historias simples, sin mucha ambición, con personajes planos y estereotipados. Pero esto no tiene por qué ser así. En el clásico de Austen (2015), representativo de este subgénero, se nos ofrece una historia de ritmo sostenido, con diálogos inteligentes, con diversas subtramas (entre Jane Bennet y Charles Bingley, Wickham y Lydia Bennet) y desenlaces inesperados (como cuando Darcy solucionó con discreción el escándalo que involucraba a Wickham, la reputación de Lydia y de la familia Bennet).

Octavio Paz (1997) decía sobre el amor que es «intensidad y por esto es una distensión del tiempo: estira los minutos y los alarga como siglos» (p. 214). Una historia de amor, sea real o de ficción, coloca en un estado de suspensión que se asemeja al infinito. Pues poco de esto pude sentir al leer Entre senderos de lavanda, que me mantuvo con los pies bien firmes sobre la tierra. No lo recomendaría a cultores exigentes del subgénero romántico. Tampoco lo leería de nuevo.


[1] Cfr. Giménez (2021, p. 218).

[2] De ser cierta la hipótesis, un ejemplo de novela que habría seguido el camino opuesto al aquí descrito es La Guerra del Fin del Mundo. Tras una intensa labor de investigación para la novela, Mario Vargas Llosa, acompañado de Renato Ferraz, visitó Bahía durante un mes para recorrer el sertão y muchos pueblos, entrevistar a los moradores, etc. (Vargas Llosa, 1990, pp. 43-45). De ahí que no sea casualidad que esta novela histórica se encuentre entre los mejores libros del Nobel peruano.

[3] Cfr. Giménez (2021, p. 140).

[4] Cfr. Giménez (2021, pp. 458-460).


Ficha técnica:

Título originalEntre senderos de lavanda
AutoraMariela Giménez
Idioma originalespañol
EditorialV&R
Valoración2.5 de 5
Portada

Referencias bibliográficas:

Austen, J. (2015). Orgullo y prejuicio (M. A. Ibáñez, trad.) (17a ed.). Madrid: Cátedra.

Giménez, M. (2021). Entre senderos de lavanda. Buenos Aires: V&R.

Paz, O. (1997). La llama doble. Amor y erotismo. Barcelona: Seix Barral.

Vargas Llosa, M. (1990). …sobre la vida y la política: Diálogo con Vargas Llosa (3a ed.). México D. F.: Kosmos.